Cuando la discriminación viste cada uno de los ámbitos sociales de las mujeres con discapacidad

Hoy, 25N, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, las protagonistas de la edición 2021 de nuestro proyecto ‘Dona alça el vol, (la Ylenia, Esther, Mireia y Laura) explican y denuncian a través de sus testimonios, basados en vivencias personales, situaciones de violencia en el mundo laboral, educativo, sanitario y social y apelan a “hacer un cambio de mirada de aquel que mira”.

“Eres muy guapa, hueles muy bien. ¿Cuántos años tienes? Qué pena ir en silla de ruedas tan joven...”

Mientras Ylenia Caro trabaja en el estand informativo que el Servicio de Inclusión Laboral de ECOM tiene dentro del Salón de la Ocupación de Barcelona, de repente, un hombre vestido de camisa y pantalones texanos se le acerca para increparla. Ylenia, por un momento, se encuentra fuera de juego.

“Fueron tres minutos. Los tres minutos que mi compañera estaba en el lavabo. Nunca había vivido una situación tan extraña y desagradable en mi lugar de trabajo, y en un espacio tan público”, recuerda Ylenia perpleja todavía por los hechos.

Según uno de los últimos informes en materia de género y trabajo, impulsado en 2021 por la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género y CC.OO, El acoso por razón de sexo en el ámbito laboral español, el 40,4% de las mujeres que residen en el Estado ha recibido acoso en su lugar de trabajo al menos una vez en la vida. Si nos fijamos en el colectivo de la discapacidad, este factor es patente en cualquier entorno social, desde la educación al ámbito laboral. "Para mí las peores barreras sin duda son las sociales, que afectan a todo lo demás", puntualiza Ylenia. 

La discriminación en el entorno laboral es un hecho que se sucede y que sufren las mujeres con discapacidad. El 63,1% de personas con discapacidad está en paro, es decir 2 de 3 personas con discapacidad. Por género, las mujeres con discapacidad presentan una tasa inferior de actividad a la de los hombres del mismo colectivo (un 35,2% ante un 38,4%). Y la brecha salarial es de 2.000 euros menos que los hombres anualmente.

"Desde la interseccionalidad, el colectivo de mujeres con discapacidad, no lo tiene nada fácil dentro del mercado laboral: las tasas de paro son altas y la discriminación se adudiza por motivos de accesibilidad, condiciones, dificultad para acceder a categorías profesionales superiores y lugares de dirección, y un largo etcétera", explica la técnica de Igualdad de Género de ECOM, Laura Martí Martorell.

Justamente, para trabajar contra las discriminaciones de las mujeres con discapacidad en el ámbito laboral y favorecer su inserción laboral, en ECOM pusimos en marcha hace tres años el proyecto ‘Dona alça el vol’, que tiene por objetivo el empoderamiento de las mujeres con discapacidad física y la visibilización de las múltiples violencias que sufren, especialmente en la incorporación al mercado de trabajo. Un proyecto que capacita, promueve liderazgo y apodera mujeres con discapacidad física y/u orgánica porque acontezcan agentes de cambio y, a partir de su experiencia, su activismo y su ejemplo, puedan promover e impulsar cambios en la visión y el comportamiento que la sociedad –incluidas las propias personas con discapacidad, hombres y mujeres– tiene verso la mujer con discapacidad. “Cuando una persona ve la discapacidad entonces su mirada cambia”, dice Mireya Calduch.

Este proyecto cuenta con la financiación del tramo autonómico de la aportación del IRPF gestionado desde el departamento de Derechos Sociales de la Generalitat de Cataluña, y es cofinanciado por el Departamento de Empresa y Trabajo de la Generalitat de Cataluña y el Fondo Social Europeo.

En los últimos dos años, a pesar de su formación en realización de televisión, Ylenia ha tenido que rechazar tres trabajos dentro del sector audiovisual, por falta de accesibilidad. Por su lado, Esther Lobatón, otra de las mujeres protagonistas del proyecto Dona alça el vol, critica sentirse discriminada dentro del mundo del modelaje. "Mi diabetes es visible, llevo una bomba de insulina, un sensor y un catéter. En algunos castings me han llegado a decir que me lo esconda". Además, la han presionado para abrirse otra cuenta de Instagram, espacio donde trabaja para la sensibilización de la diabetes, y que así no hiciera mención a la enfermedad. "Me negué y me han acabado despidiendo", continúa Esther.

Por otro lado, la activista veterana para la defensa de los derechos de las personas con discapacidad, Carmen Garrido, que actualmente es miembro de la Junta Directiva de ECOM, apunta que el 80% de las mujeres con algún tipo de discapacidad han sufrido cualquier tipo de violencia y/o abuso. El 40% viene de parte de cuidadores y el entorno familiar: "Yo he sufrido esta violencia y actualmente siguepasando. Escucho a las compañeras más jóvenes y veo que las discriminaciones se perpetuan, y esto no se puede consentir", expresa Garrido.

"Está mal hecha", comentaba el personal sanitario sobre el cuerpo de Mireya Calduch mientras se encontraba estirada a la cama de la UCI a raíz de una complicación pulmonar por la Covid-19. Ylenia hoy en día no puede acceder a la litera del centro de salud de su pueblo porque esta no es eléctrica, "es denigrante que alguien me tenga que ayudar porque no está adaptado para personas que tienen movilidad reducida", dice.

En diciembre de 2020, la Administración prohibió la esterilización forzada al colectivo de las mujeres con discapacidad. Aun así los obstáculos dentro y fuera de consulta persisten. Hoy en día, el 90% de las mujeres con parálisis cerebral no se pueden hacer mamografías, citologías o ecografías, puesto que las sillas eléctricas de estas mujeres requieren que la puerta tenga una anchura de 82 cm.

Para Mireya es importante una normalización de la salud reproductiva y sexual de las mujeres con discapacidad, "me han tenido que operar 8 veces de los brazos a causa de un accidente laboral ahora hace cincs años, no tengo nada de fuerza, pero esto no quiere decir que no pueda ser madre y que pueda cuidar de los otros. Si hace falta cogeré mi hijo con los dientes, ya encontraré la manera", sentencia Calduch.

Todo viene de lejos. Si nos fijamos en la legislación vigente, la Convención de los derechos de las personas con discapacidad (2006) reconoce expresamente el derecho a la educación inclusiva como modelo indispensable para que todo el alumnado reciba una educación de calidad y garantizar así la no-discriminación. Por todo esto, hacen falta recursos técnicos y humanos que lo faciliten, y de facto no se dan. "Cuando llegué al instituto me hacían entrar por la puerta trasera, en aquel momento lo agradecía, ahora me doy cuenta que es una discriminación, porque ir al instituto es mi derecho y tengo que poder hacerlo cómo todo el mundo", explica el Ylenia. 
 Las salidas escolares, excursiones y colonias, son otro lucha. Tanto Ylenia como Esther se les prohibió estas salidas. "Ni yo ni mis padres hemos callado nunca, sabíamos que hay una ley de dependencia que nos podemos acoger", remarca Ylenia. El ocio es un derecho intrínseco en la vida de los niños, y por tanto todas las salidas escolares. "El problema es la carencia de acceso a la información, que hace que no luches por tus derechos. El problema es decir vale", continúa Ylenia.

Los datos de mujeres con discapacidad en las aulas de educación superior, continúa siendo sesgados, el género y la discapacidad suponen un doble grado de discriminación que hace que muchas mujeres no puedan llegar a cursar formación superior, tan solo una cuarta parte de la población activa con discapacidad ha logrado estudios superiores (25,4%), en contraste con el 45,1% de la población sin discapacidad. "El primer cambio tiene que ser en la educación, tanto en el ámbito social como individual, y esto tiene que ir acompañado de legislaciones más estrictas", puntualiza la técnica de igualdad de ECOM, Laura Martí Martorell.

Hoy en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, desde ECOM y por medio de las fuentes que han dado voz en este reportaje, reivindicamos poner fin a la violencia que sufren las mujeres con discapacidad en los diferentes ámbitos de la sociedad. Por qué violencia es no poder entrar por la puerta del delante en el instituto; violencia es negar las salidas escolares a los niños; violencia es no poder acceder a consulta médica sin la ayuda de un tercero; violencia es negar la salud reproductiva; violencia es discriminar por el hecho de ser mujer y tener una discapacidad.